Ajuste de cuentas y efecto colateral

La única persona que no está aburrida y cansada del debate sobre quién debe ser titular en la portería del Real Madrid es precisamente su creador: José Mourinho. El entrenador portugués seguro que presencia divertido desde el salón de su casa londinense el discurrir de esta historia que se desarrolla entre portadas, debates y exclusivas de los medios españoles.

Mourinho sentó en el banquillo la temporada pasada al que él mismo consideraba el mejor portero del mundo por un ajuste de cuentas. Jamás le perdonó que buscará el bienestar de la Selección, intentando calmar los ánimos con los jugadores del Barcelona, en lugar de seguir ciegamente su táctica de crispación constante con los culés. Tomó nota el técnico luso y aprovechó una buena ocasión (su última temporada en el Madrid, beneplácito de la zona noble del Bernabéu...) para saldar cuentas pendientes.

Desde aquel partido en Málaga en el que Casillas fue suplente nada ha vuelto a ser igual. A Adán le pudo la presión y fracasó, regresó Íker, Arbeloa le lesionó, el Madrid tuvo que recurrir al guardameta suplente del Sevilla, éste cumplió con buena nota salvo en los partidos "gordos" (donde evidenció que es un buen portero, pero no un portero que gana títulos), se recuperó el capitán madridista para calentar el banquillo, comenzó de nuevo el debate... Y así hasta ahora. Cada semana hay un capítulo nuevo.



Son varios los cadáveres que ha dejado esta historia: Casillas ya no es Casillas, se le nota afectado, desilusionado y sin confianza; la carrera de Adán ha quedado marcada y difícilmente logrará remontarla; y Diego López ha visto como su sueño infantil, el sueño de ser el portero del Real Madrid, es en realidad una pesadilla de la que no logra despertar.

Al atacar a un ícono del madridismo y del fútbol español Mourinho era consciente del gigantesco ruido mediático que iba a generar. La polvareda ha sido tan grande que ha tapado el fracaso deportivo que cosechó el Real Madrid la temporada pasada. La Liga la tiró a la basura antes de Navidades, mientras que de la Champions se despidió en semifinales tras un lamentable partido en Dortmund y un planteamiento táctico fallido. La final de la Copa del Rey se presentó como la última bala de Mou para lograr un título y no irse por la puerta trasera de Chamartín, pero el equipo llegó en un estado de nerviosismo y crispación tan alto que los futbolistas quedaron maniatados. El Atlético de Madrid supo aprovechar esta circunstancia, jugó un buen encuentro y ganó.

El efecto colateral de la suplencia de Casillas ha sido que pocos recuerdan el balance deportivo de la última campaña de Mourinho en el Bernabéu. Esta es, sin duda, su gran victoria y su único título.


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